MI PRIMA RACHEL, Daphne Du Maurier.

Reconozco que había comenzado esta lectura con prejuicios: nada más y nada menos que la autora de Rebeca y Los pájaros, textos en los que se inspiró Hitchcock para sus películas homónimas. Temía encontrarme una narración canónica y siniestra.

Si ha sido así, no he sido consciente, hasta el momento en el me dolía el cuello de lo encogido que lo tenía. Palabra a palabra, la lectora se va sumergiendo en un ambiente sospechoso, húmedo y escalofriante. Los personajes van adquiriendo profundidad y complejidad, hasta convertirse en un esperpento grotesco de las primeras pinceladas con las que han sido presentados.

Siempre desde la primera persona de Philips, con ese magistral punto de vista subjetivo que siembra la duda respecto de la bondad o maldad de la protagonista principal, así como de lo que realmente ha ocurrido. Para evitar spoiler, solo escribiré que incluso leyendo en voz alta partes del texto no nos hemos puesto de acuerdo en nuestro numeroso Club de Lectura Hora de Té&Libros.

Las imágenes abundan transportando al lector al ambiente victoriano y brumoso de Cornualles. No es de extrañar que se haya llevado al cine en más de una ocasión (1952; 1983 y estreno en Octubre 2017). Destacado ejemplo en la página 360 cuando recuerda la frase de la carta de Ambrose: “El dinero, y que Dios me perdone por decirlo, es actualmente la única forma de llegarle al corazón” y seguidamente comienza párrafo con “Las palabras saltaron al espejo mientras me miraba en él y me cepillaba el pelo” y luego le persiguen en su bajada por la escalera. ¡Cuánta maestría para convertir un recuerdo en un fantasma amenazador y escalofriante!

Es díficil reseñar libros como este pues la tentación del spoiler es constante. Sin embargo, mi mayor respeto a lxs lectores me obligan a señalar solo la estructura circular y el correcto encuadramiento de la trama desde la presentación hasta el broche de oro de la última línea. Cuando lo lean, vuelvan a saborear los inicios y el desenlace: clásica hasta la médula, Daphne du Maurier no decepciona ni se pasa de moda.

Quizás a algunxs lectores acostumbradxs a la acción y a la velocidad con que se escriben y se consumen los best seller, sientan el esfuerzo de la subida a la cumbre que representan algunas de las descripciones. Quizás algunxs tengan agujetas al día siguiente, leyendo por ejemplo la descripción del jardín al claro de luna de la página 250, cuando además afirma que sentía una “soledad extraña, como los niños cuando terminan las vacaciones”. Pero espero que no les pueda la pereza y la falta de costumbre y ejerciten el músculo lector, pues nada de lo escrito es en vano, todo tiene su justo sentido, y la sensación al cerrar el libro es de tremenda satisfación.

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