RESEÑA Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja, de Rivka Galchen

El universal del título Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja, de Rivka Galchen representa uno de los tópicos que se tratan en esta novela: la rumorología, uno de los rasgos característicos de la psicología de grupo, como han compartido algunas lectoras muy sabias de la Hora de Té&Libros. Lo que también hemos compartido muchas es que cuesta entrar en esta historia que comienza con la confesión de Katharina Kepler de que no es una bruja. Sí, esa Katharina, la madre del famoso matemático imperial. Por esta “supuesta” condición está siendo juzgada, denunciada por una vecina Ursula Reinbold, que ha enfermado tras beber lo que ella pensaba que era vino, ofrecido por Katharina. Este sería el punto de partida, pero sólo es el primer pequeñísimo escalón de este novelón.

“Tengo trabajo, otras obligaciones, mientras que ellos… Ese es su trabajo. Son el gremio de los enredadores. El círculo de las falsas acusaciones. La gente es idiota, desde luego; es ignorante, sí; avariciosa, muy bien: pero estos están de acuerdo en asesinarla directamente si eso les beneficia” (p. 194)

Como Katharina Kepler es analfabeta, le dicta su confesión a su vecino y amigo Simon, quien se anima a dejarnos también sus inteligentes reflexiones y observaciones. La relación entre estos dos personajes es tierna, curiosa y compleja. Y da un contrapunto de humanidad a los pasajes del juicio, tediosos y repetitivos como buen procedimiento administrativo que se precie. Estos, a pesar de habernos costado, recogen el hecho histórico en el que se basan, sin pretensiones de rigurosidad científica, sino poniendo el foco en “la otra” historia, la que ha sido ninguneada por el patriarcado. Aunque Rivka Galchen omite -pensamos que deliberadamente- la famosa defensa del hijo Hans Kepler, sí que deja ver lo trágico de todo el proceso, sazonándolo con mucho humor. Como le gusta decir a mi madre en estas ocasiones, que por supuesto es una bruja -en el sentido de mujer libre-, pues siempre dice viendo las noticias: “si no fuera dramático, sería ridículo”.

Una de las discusiones que surgió en el comentario del club de lectura es si la perspectiva feminista de Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja era verosímil o no. O sea, ¿existieron mujeres como ella? Ella, es decir, una señora superviviente para la época pre-penicilina (alrededor de 1600) que pasa los 70 años y se manejaba económicamente siendo viuda para sacar adelante a 1 hija y 3 hijos. ¡Y a una vaca! Camomila, su mejor remedio para cuando se sentía enferma. Sólo la especial relación con su mamífera lechera merecería una reseña. 

Hasta donde yo sé, que es muy poco, pero no es nada, por supuesto que siempre ha habido mujeres libres que se han manejado fenomenal en un patriarcado opresor. Pero en lo que a la reseña se refiere, no creo que afecte a la calidad literaria si es ficción o no, si está correctamente contrastado con alguno de los documentos que aparecen al final del libro o no. Porque en la lectura lo que nos devuelve la historia es la posibilidad de que esto fuera así. Una vez más, la ficción es apertura de sentidos, no pobre descripción realista. Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja te dice: “si te ha interesado la biografía de Kepler alguna vez, ¿te has preguntado cómo sería su madre y su entorno? o ¿cómo afectaría a su familia lo transgresor de sus propuestas astronómicas?”.

“Viviendo tan lejos había perdido de vista que los que me acusaban eran unos idiotas. Me había confundido consigo mismo, o con uno de esos amigos importantes suyos a los que no les quedaba más remedio que huir porque al que despunta le cortan la cabeza. Yo no era ninguna admirable matemática a la que quisieran quemar en la hoguera por decir que a lo mejor también crecían repollos en otros planetas” (p.95)

Por otra parte, las religiones han jugado un papel determinante en muchísimas épocas de la humanidad, si es que podemos decir que ya no lo hacen. Pero en este comienzo del siglo XVII el catolicismo vive uno de sus momentos decisivos con el protestantismo y las enseñanzas de Lutero cruzándose en las vidas cotidianas. Sea como fuere, siempre habrá agnósticos y ateos: “Cómo avance un embarazo es algo que depende de Dios, no de nosotros. Pero Dios no mira mal a los que se cuidan” (p. 219). Ese pragmatismo de Katharina no es bien visto por sus enemigos, que encontrarán en estas afirmaciones argumentos para echar más leña al fuego (literal).

Porque ha cometido otros “pecados” imperdonables en el mundo de la historia ficción, a saber, encararse con el falso unicornio, con quienes gobiernan, con las clases opresoras, dejándolas en evidencia. Aunque también observamos en el club que pasara lo que pasara, había intereses económicos ocultos. De no ser así, la acusadora Ursula no habría intentando evitar que le quitaran a Katharina sus propiedades, argumentando que su marido y ella debían ser recompensados por los daños ocasionados por la supuesta bruja. Como conclusión, sólo añadir que descubrimos dos nuevos insultos que bien podrían haber señalado a algunas de las posiciones enfrentadas: “so-cerdote” o “hijo de bruja”.

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