El Buen Retiro de Lectura en Mecina Bombarón

OBERTURA – I EL BUEN RETIRO DE LECTURA – 21 JUNIO 2024 – MECINA BOMBARÓN

¡Muchas gracias por participar en esta primera edición a modo de experimento! Me siento muy afortunada y entusiasmada con la propuesta y os quería compartir algunas palabras, también algunas leídas. Sé que estamos muy cansadas también después del viaje y la semana laboral así que intentaré ser breve y entonar lo mejor posible para evitar dormiros antes de tiempo.

Muchas de vosotras me habéis oído ya en otras ocasiones decir cuál es mi propósito: “yo trabajo para que la gente lea”. Si es en una librería, vendo libros; si es en una biblioteca, los presto o hago difusión bibliográfica; si es produciendo eventos, genero espacios como este o cuando he estado en la Feria del Libro como ayudante de dirección o cuando monté con Mercedes FLAG, la Feria de Literatura y Artes para familias en Granada.

Cuando pensaba en el nombre para este encuentro la primera afirmación con la que me sentía cómoda era una revisión del resultado de la duda inquebrantable de Descartes. Mientras que en su racionalismo extremo llegó a proclamar con soberbia: “pienso, luego existo”, yo quería gritaros un: “Leo, luego existo”. Porque cuando leo, cuando leemos, dialogamos con el texto. Es un acto relacional, es decir, ocurre entre 2 entidades (por si os parece muy atrevido ya hablar del texto como si fuera un “sujeto” al mismo nivel de quienes leemos).

El texto nos reconoce, en cuanto que nos mira y nos interroga: ‘Who are you?’ (oruga de Alicia en el País de las Maravillas), es decir, “¿Quién eres tú”. Pues bien: Yo soy esa que lee, la lectora, la que se cae por el agujero persiguiendo a un conejo blanco. También soy, SOMOS, la descodificadora, quienes descodificamos los juegos lingüísticos, quienes desenredamos el tejido de letras, palabras y oraciones, a medida que avanzamos en su lectura.

¡Ay, pero esta sociedad de la información, que no del conocimiento, siempre nos acelera, nos perturba y nos interrumpe con sus notificaciones! ¿Quién pudiera disponer del tiempo para leer todos los libros que deseamos y que compramos, en muchas ocasiones, a sabiendas de que no tendremos suficiente vida para leerlos?

Este -junto con otros que iré detallando en esta Obertura- es el propósito de esta experiencia que me ha gustado llamar “El Buen Retiro de Lectura”. ¡Vive Dios! Que diría el largirucho loco, que somos capaces de leer con todas esas interrupciones. De hecho, años de nuestro club de lectura lo demuestran. Pero, me gustaría que nos preguntáramos:

¿Cómo leemos?

¿Nos dejamos caer en esa ficción textual?

¿Arriesgamos nuestra existencia con los personajes?

¿Suspendemos el juicio y nos dejamos afectar por lo acontecido en la historia asumiendo el riesgo de no volver a ser las mismas?

En muchas de las ocasiones, ojalá no estuvierais de acuerdo conmigo, nos limitamos a tragar historias. Sí, es cierto que temblamos con pasajes terroríficos o nos deleitamos con la belleza de escenas al más puro estilo burgués. Con esto, quiero decir, que inmediatamente después nuestra mente frenética está en otro asunto encadenando al espíritu a este salto infinito que no le permite profundizar y nutrirse con lo leído. Leemos haciendo scroll.

¿Qué pasaría si desde este momento apagarais vuestros teléfonos móviles o al menos, los pusierais en modo avión o al menos en silencio?

SE RUEGA APAGUEN SUS TELÉFONOS MÓVILES. LA LECTURA VA A COMENZAR.

Este gesto reconocería la potencia de la lectura como mínimo a la altura de una obra de teatro o incluso del visionado de una película en el cine.

Así, lo escrito por una mano inquieta podría absorbernos, atraernos hacia su mundo, hasta hacer desaparecer el nuestro. Ahora bien, esto no es sólo una placentera evasión de las puñetitas diarias. Si le ponemos atención, si confiamos en nuestro músculo lector y en nuestra capacidad de soñar, esas palabras compartidas en un primer momento entre quien escribe y quien lee, se convierten en, digamos, potenciadores de sabor. Abren puertas, tienden puentes y generan sentidos. Como decía aquel, el sentido de la lectura es abrir muchos sentidos.

En el Buen Retiro, os invito a soltar el control, la prisa y el consumo de contenido cultural.

¡¡¡Abandonad toda esperanza!!!

Pero no por llegar al infierno católico sino al Hades del Capital. Leer aquí es un acto de resistencia. Lo haremos despacio, degustándonos en cada párrafo, subrayando y anotando en los márgenes, apropiándonos así de la novela de Dani, que nunca más será ya sólo suya. Lectura lenta para saborear las letras que no siendo intencionadamente poéticas construyen mundos que podremos habitar juntas.

Antonio Basanta en su clásico de 2017, pero ya de referencia “Leer contra la nada” decía:

“La lectura compartida es la raíz de los millares de clubes de lectura que, presenciales o en la red, surgen por doquier. La lectura no solo no nos aísla de los demás, sino que nos aproxima a ellos, como respuesta también a una sabiduría añeja y permanentemente actual: la de que las cosas son más cuanto más las compartamos.

Y este hacer de la lectura un motivo de intercambio entre personas trae aparejado una consecuencia tan singular como definitiva: la ampliación de la comprensión, la profundización en ella como suma de las comprensiones particulares de cada cual. No hay comprensión más completa que aquella que precede del ejercicio compartido. De la diversidad.

Detenerse, observar, escuchar.

Interpretar.

Comprender.

Tejer, surcar, elegir.

Transformar, recrear, reanimar.

Asimilar.

Compartir.

Es ahora cuando me asalta una nueva pregunta: ¿no son precisamente estos verbos lectores los mismos que necesitamos para extraer de la vida toda su potencia? ¿No son ellos los que fundamentan la verdadera experiencia del vivir?”

Sigo con mi particular acto de resistencia y me permito seguir hablando con vosotras un poco más desde este lugar que me estáis regalando.

Gracias.

Porque ahora quiero cuestionarme en esta obertura el sentido de organizar un retiro. Es cierto que es una moda. ¿Para qué negarlo? Pero además de las intenciones malignas que pueda tener la maquinaria consumidora, si se ha extendido esta práctica, desde el yoga a distintas expresiones espirituales o, como dicen, de “crecimiento personal”, igual debemos pararnos a mirar. Al fin y al cabo, muchas sabéis que soy filósofa de formación. O dicho de otra manera, deformada como filósofa. O si quieres aún más, la filosofía conforma mi estar en el mundo desde la pregunta y el cuestionamiento.

¿Por qué un retiro?

¿Para qué necesitamos bloquear un espacio en nuestra apretada agenda para expresar nuestros deseos de lectura, en este caso?

Es ya la hora de traer a Quevedo a este encuentro y decir con él:

Retirado en la paz de estos desiertos,

con pocos, pero doctos libros juntos,

vivo en conversación con los difuntos

y escucho con mis ojos a los muertos.

Vuelvo a la cuestión de las interferencias, de las interrupciones y de las notificaciones y os pregunto y me pregunto con vosotras: ¿cuánto hace que no dedicáis más de … ¿30 minutos? Seguidos a leer?

¿Tiene sentido ir en grupo a leer a un pueblo de la Alpujarra?

Yo estoy con Quevedo porque siento que: Leer es siempre acompañar y ser acompañado.

Aunque durante las próximas horas vayamos a leer solas, de manera íntima, en ese diálogo con el texto, también aceptamos la materialidad y la territorialidad de la lectura. Me explico. Estos artefactos-libros son bisagras que articulan 2 dimensiones: la agencia de quien lee y de quien escribe, ya lo hemos dicho, pero también en este caso, la intersección entre lo urbano, encarnado en nosotras, y lo rural, habitado en esta Mecina Bombarón.

Este es el lugar donde vamos a activar este dispositivo dándole un CON-TEXTO al documento.

LEER AQUÍ ES UN ACTO DE RESISTENCIA BIO-POLÍTICO.

Y además no nos vamos a conformar con leer. Quien quiera, y aquí juega un papel decisivo el libre albedrío y la voluntad de poder, leerá esta noche. Al amanecer, compartiremos el desayuno y un guía nos enseñará el pueblo durante algo más de una hora. Así podremos elegir DÓNDE leer. Porque el sitio que elegimos para situar nuestra lectura importa, ¡claro que sí!. Algunas se quedarán en su habitación o terraza, otras irán al lavadero o a la piscina, quizás otras prefieran un mirador sin temor a distraerse con la contemplación del paisaje. Sea donde sea, podremos leer hasta el almuerzo, que volveremos a compartir.

Entonces, tras una pausa que significa que esto no es una competición, sino que apuesta por el decrecimiento, la lectitud, la deceleración, el vacío, volveremos a encontrarnos, ahora ya sí, para salir de esa intimidad y compartir en voz alta, la experiencia. Entre nosotras, como es habitual en nuestros club de lectura, pero también con Dani, el autor del texto, que quizás comparta algún secreto.

Ahora debo admitir que me siento un fraude total. El síndrome de la impostora lo tengo a un volumen muy alto cuando llego a este punto de la reflexión o del “bienpensar” que decía el otro. Todas habéis escuchado y leído el comienzo del Tao Te King de Lao Tse: “El Tao que se dice con palabras no es el Tao verdadero”. Y aunque yo me sitúo ya más cerca del nihilismo y estoy lejos de querer encontrar una verdad, a veces, me siento tentada por el silencio. Aunque claro, el silencio y el vacío se parecen mucho, ¿no?

¿Será esto una intención de leer en el vacío? Supongo que la idea, o una de las ideas, es generar un vacío de otras materialidades para leer. El vacío y el silencio son conceptos curiosos que en esta ocasión me interesa traer para que nos acompañen este fin de semana. Y para no seguir dando vueltas en la espiral del laberinto de mis pensamientos y sentimientos os traigo un párrafo de Susan Sontag, en su ensayo “La estética del silencio” cuando investigaba sobre “lo lleno y lo vacío” y escribía:

“… tampoco existe el espacio vacío. Mientras el ojo humano mire, siempre habrá algo para ver. Cuando miramos algo que está “vacío”, no por ello dejamos de mirar, no por ello dejamos de ver algo… aunque sólo sean los fantasmas de nuestras propias expectativas. Para percibir el vacío hay que captar otras zonas del mundo como lleno, hay que captar otras zonas del mundo como colmadas. En Through the Looking Glass, Alice encuentra una tienda “que parecía estar atestada de toda suerte de objetos curiosos, pero lo más extraño era que cada vez que miraba fijamente un estante, para determinar qué era lo que tenía encima, dicho estante se hallaba absolutamente vacío, a pesar de que los que lo rodeaban estaban abarrotados a más no poder”.

Ya estoy terminando que veo que se os están cayendo los ojillos de cansancio y esfuerzo de escucha. Así entonces, este artefacto-libro-bisagra se convierte también en la intersección de todas las partes que lo conforman: escritura, lectura y nos falta la tercera pata. Y es que la publicación impresa no podría llegar al mercado librero sin la labor de los editores. Cerraremos esta experiencia mañana entonces al caer la tarde escuchando y dialogando de nuevo con Pau, al que ya conocéis por su excelente labor en la dirección de la colección de Clásicos Liberados de Blackie Books, en un pasado reciente y lejano a la vez.

Por último, y no por ello menos importante, es necesario hacer mención al subtítulo del retiro: Tiempo para leer. Reflexionando sobre si habría acudido a una propuesta así hace años siento que la percepción del tiempo no es ajena a nuestra edad. Ya no tenemos tanta prisa como pudiera detectar en mi yo de los 20 años que incluso consideraba el dormir como una pérdida de tiempo “de vida”. Ahora, entre la década de los 40 y los 70, sabemos hacia dónde vamos y cada vez estamos más cerca. Y aunque siempre podramos diferenciar entre el Kronos y el Aion, es decir, el tiempo cronológico y el tiempo narrativo, nuestras decisiones y acciones adquieren un valor relativo al situarlo en nuestra línea vital actual. Con esto, quizás podamos estar de acuerdo con Proust, quien en su obra “En busca del tiempo perdido”, decía:

“La verdadera vida, la vida por fin descubierta y esclarecida, la única vida en consecuencia realmente vivida, es la literatura”.

Y como aquí hemos venido a leer y no a escucharme más a mí daros la chapa, os dejo ya libres para que vayáis a vuestros libros y os divirtáis, tanto en el sentido que conocemos, como en otro que registra María Moliner en el mejor diccionario de la lengua española, que es el de: “apartar o distraer de una cosa la atención de alguien atrayéndola a otra cosa”.

GRACIAS Y FELIZ LECTURA