La Odisea de la Filosofía

¿Escribiré un post cada vez que me digan que hay que celebrar el día de algo? El último fue sobre el Día de las Librerías, y hoy quiero decir alguna cosa sobre el Día de la Filosofía (19 de noviembre), que parece coincidir con el Día del Retrete. ¿Casualidad? Lógica tiene. Como decía un viejo amigo: al wc se va a pensar y a la biblioteca a cagar.

Lo que está claro es que este «amor por la sabiduría» que a otrxs locxs como yo le dedicamos una licenciatura, un máster y muchas, muchas charlas, vuelve a transitar un camino incierto. Especialmente en cuanto a la asignatura de ética. ¿Qué mejor manera de hablar de la disciplina que aprovechando para comentar el club de lectura de «La Odisea», de la colección de Clásicos Liberados de la editorial Blackie Books.

Vuelco por aquí un poco de mi historia. Una noche soñé que paseaba por la stoá con Platón. Sí, «one day, I had a dream». Cambié filología hispánica por filosofía. Nunca en mi vida he tomado una decisión mejor. Son tantas las veces que la filosofía me ha salvado la vida, que he perdido la cuenta.

Ahora, que ya hace más de 20 años que tomé esa decisión (OMG!) lo que más recuerdo es lo que aprendí de la civilización griega. Esas palabras que me sirven y que vuelven a salir comentando el viaje de Ulises. O mejor dicho, la transformación de Telémaco. O mejor aún, con esta edición que incluye extracto de las Penelopiadas, de Margaret Atwood, comentando el punto de vista de la libertad femenina, simplificado e ignorado por este patético patriarcado.

Al alumnado que di clases particulares en mis años de estudiante, les decía esta frase que hoy cobra una nueva fuerza: «estudia lo que quieras, que trabajarás de lo que puedas». «Querer» como voluntad, como un impulso que estimula las ganas de respirar y aleja el sueño al caer el sol. Disfruto tanto en este club recordando lo sugerente que es enfrentarse a interpretaciones de pasajes literarios que no sé si voy a poder escribirlo en un solo post. Probablemente tenga que entrar en bucle y volver y volver a Ítaca, aunque sea de esta manera virtual.

Quienes nos vemos cada mes en el club de lectura Hora de Té&Libros, comprobamos con cada libro que cada cual interpreta la historia según sus propias vivencias. Una de las palabras que sale de manera recurrente en las reuniones de la Odisea es “incertidumbre”. Si recorremos este cuaderno de apuntes de lectura, habrá otras que también son propias de la filosofía: verdad, belleza, hospitalidad, dioses y diosas, arbitrariedad, destino. Las preguntas por lo que ES y por el QUÉ es.

Puede que suene muy “gafas” pero lo hacemos a diario y sin el apoyo de la filosofía cojeamos tanto en la mirada al mundo como en las opciones críticas, que son la base de nuestra libertad. ¿Cómo sobrevivir a este desamparo pandémico sin un proyecto, sin un horizonte, sin una Ítaca a la que volver? Cada aventura es un aprendizaje pero porque viajamos en nuestra Odisea particular hacia un destino.

Vale, sí, no me pongo en plan autoayuda, tranquilidad absoluta. Aunque ya sabéis que siempre digo que si leyéramos más literatura de calidad, la sección de autoayuda no sería necesaria. Es en estos clásicos donde nos exponemos. Son estas letras que registran las ejes universales las que reflejan nuestras dudas y deseos. Y eso que el punto de vista de Homero es el de ese Ulises machirulo, complejo, pues es patético y noble en el mismo viaje.

Leer el punto de vista de Penélope que se imagina Atwood es refrescante. Ahora sí que cuadra. Ahora la historia también es nuestra. Hola Herstoria. ¿Por qué lloraba y lloraba, así como tejía y tejía? Pintada como una esposa débil e incapaz, el patriarcado miope no nos enseña a esa mujer fuerte que cría a su desagradecido hijo y mantiene la economía de la casa sin el “famoso marido” y lidiando con una jauría de despreciables pretendientes.

¿Será casualidad también que el viaje de Ulises comience un 8 de Marzo? Las anotaciones de la edición junto con los dibujos de Calpurnio complementan y acompañan esta lectura clásica, que sienta las bases de nuestro pensamiento occidental. Al menos, parte de él. Sí, yo no me siento capacitada para renegar de estas raíces, aunque también vea la sumeria, la romana y otras. Sin embargo, el relato está construido desde estos cantos, firmados por un tal Homero, intentando educar mientras convive en la interpretación del mundo de los griegos, por un lado, la existencia de los mitos y leyendas, así como del panteísmo y los dioses del Olimpo y, por otro, el desarrollo de la ciencia, de la palabra, de la búsqueda de la verdad. Y asociados a esta aparente esquizofrenia los conceptos de democracia, comunidad o bien moral.

Sin más dilación, os animo a recordar que lo que vivimos es lo que tenemos para contar. Y con Neil Gaiman (mylove) las historias son lo que dan sentido a esta existencia. En fin, en tiempos de “crisis/guerras/pandemia” la clave me la dio una amiga hace poco: hay que leer a los clásicos y follar más”. Feliz Día de la Filosofía.