Apenas 48 horas juntas, leyendo de manera autónoma y en círculos de lectura compartida, La tumba de Antígona, de María Zambrano de la mano de Nieves Muriel. Esto es el hecho, la descripción, el fenómeno, que no agota, ni se asoma a lo acontecido el fin de semana.
Ni en mis más esperanzadas visiones o ilusiones alcanzaba a ver la potencia de esta experiencia.

Somos tan humanas. Y nos olvidamos con tanta frecuencia, que he tenido que levantarme en mitad de la noche a escribirlo porque me estaba rompiendo por dentro. A pesar del agotamiento con el que he llegado, hay un torrente de energía que recorre mi tríada (cuerpo-alma-mente): sube alzando mi barbilla, eriza los pelos de mi espalda, ve la sombra, excita mi útero y trae las palabras certeras.
No puedo hablar de mis ojos, pues ven sin ser vistos, pero estoy segura de que brillan. No, no es ilusión, es deseo. Lo diré claramente: es amor. Lo diré como lo hemos leído en boca de Antígona: “Estoy aquí tan sola con tanta vida”. Y no voy a traer la miseria ni la erudición a esta carta a mí misma, que quizás comparta.

Ahora quiero enraizar esa catarata para poner orden en las vivencias. ¡Qué alejada está esta expresión de lo que podría entender un analítico! No hay causalidad en esta razón poética porque es arbórea, rizomática, fuera de control. Pero sigue su curso, la entiendo y me hace sentir exuberante. Excéntrica y extasiada. Palabras que este corrector quiere quitar y sustituir por alguna reducción que el diccionario pueda clasificar y repetir.
Y tampoco es ocultismo, ni hermenéutica, siquiera. Como ves, vacío, los límites se van definiendo al afirmar lo que no es, mientras se va diciendo lo que evoca o lo que podría ser. En el entremedias, con Ellas, con María Zambrano y con Nieves Muriel. En lo que “interesa” (inter esse). Entre bambalinas, hablando con las sombras, que aparecen en los márgenes de un sol cegador que todo lo quiere pero nada puede.

Este volcán (soñado por una de las lectoras) es la explosión de la imaginación y de la potencia creadora de las personas que se retiran de las notificaciones, que no permiten que les roben su atención y que se sumergen en un texto como este, cargado de flechas y vectores para orientar la búsqueda.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS
