MI MADRE LLEVA DOS BOLSOS

Capítulo 1: El bolso de mi madre

Mi madre lleva dos bolsos. Uno para su enfermedad (insulina, galletas), otro para su vida.

En su monedero, varias fotos mías de distintas épocas, y ninguna suya, ni de su madre (le pesa demasiado: sufrió su biografía y murió a los 15 de mi madre).

¿Las llaves? Las sostiene en la mano, fuera del bolso, nunca dentro cuando sale, como si tuviera miedo de no poder volver a entrar al irse.

Capítulo 2: Mi bolso

Yo empecé a llevar bolso con la maternidad, antes usaba riñonera o mochila.

En mi monedero, llevo fotos de mi madre, de mis hijes y de mi pareja. Ninguna de mi padre.

Básico: llaves para refugiarme del afuera cuando se hace insoportable, metrobús para poder ir lejos aunque no tenga dinero, y ahora, el móvil, que me conecta con lxs otrxs y me desconecta de mí misma cuando no me aguanto, o para aguantarme.

Capítulo 3: El bolso de mi madre, de nuevo

Siempre con caramelos y sacarina. Bolso de diabética cargadita de dulces (sin azúcar, ¿eh?)

Siempre lleno de detalles, de sorpresas y de atención (aunque ahora la esté perdiendo, junto con su memoria inmediata).

Siempre olvida las gafas de sol, sin miedo a quedarse ciega. Lo importante no se ve con los ojos.

Capítulo 4: Mi bolso, de nuevo

Juguetes para peques, para convivir mi yo Rakel ¿mujer?, ¿madre? En lo social.

Con gafas de sol graduadas, para controlar los objetos, miradas y no ver borroso, no vaya a caerme.

Las cartillas sanitarias y los carnet de la biblioteca de toda la familia. La tarjeta del Parque de las Ciencias. Y todas ellas llave de hotel que abren puertas, artificios de la ciudad, que tapan muros de ladrillo sin ningún bosque detrás.

Capítulo 5: El bolso de mi madre, una vez más

Galletas María, claro, por si las bajadas de azúcar.

Periódico. Los libros son para casa. La lectura del metro es la actualidad. Mirar dentro es en la intimidad.

Llaves de las dos casas, por supuesto. Géminis. Nunca cortó con su familia de origen.

Capítulo 6: Mi bolso, una vez más

Ya no me preocupa llevar algo de comer. Tampoco paso tanto tiempo fuera de casa. Hay quienes me demandan la vuelta.

Yo llevo llaves de dos coches, siempre pensando en la fuga, no en huir, sí en un punto en el horizonte que ordene, que componga la imagen. Una perspectiva que sitúe cada elemento en el lugar adecuado para generar armonía y belleza. Sentido.

Epílogo

Hasta aquí, escrito el último trimestre de 2019. Hoy, 10 de Junio de 2021. Eclipse solar.

En el bolso de mi madre lleva el cáncer desde febrero de 2020. Sobre todo analíticas, pruebas y resultados que no se ajustan a su percepción. Ella lo nombra como «envenenamiento». No el cáncer, sino la quimioterapia.

Añado que yo cambio de bolso por estación del año, según tejido, y objetivo del uso: tengo un saco con logo de VK, una mochilita rosa y gris que mi hija no quiso y una bolsa lateral que suelo llevar a yoga. Ninguna de mis identidades está cristalizada en ellos.

Ningún bolso, ni el mío, ni el de mi madre, recoge la fragmentación y el laberinto de reflejos con el que me siento identificada. Tal vez si al asomarme a ellos viera una pantalla distorsionada…

Foto y estantería realizada por Silvio Uruss