Que conste que no soy una fanática de las sagas ni de la literatura que “engancha”. Más bien al contrario. Huyo de los best-seller. No es una impostura, es que no suelen gustarme. No me creo mejor lectora que nadie ni sé muy bien lo que significa esa expresión. Sencillamente, hay demasiadas opciones y mucho que leer como para desperdiciar el tiempo en publicaciones sin objetivos arriesgados y transformadores.
Dicho esto: soy fan y estoy francamente enganchada a Black Water de Blackie Books.
Como ya no trabajo en librería no me había enterado del previo, pero mis amiguis de El Asterisco me pusieron sobre aviso. Las ediciones en formato bolsillo y con ese diseño tan peculiar terminaron de despertar mi curiosidad. El primer volumen, La riada, me llevó por delante literalmente. Lo que más me ha seducido ha sido el ambiente siniestro, que no tiene que ver necesariamente con que esté ambientada en Alabama de principio de siglo XX, concretamente en 1919. Aunque hay que aplaudir que la historia se inicie con el post de la catástrofe, es decir, no vas a leer cómo el las aguas negras arrasan el pueblo de Perdido, te lo vas a encontrar ya inundado.
La genealogía y el mapa de las primeras páginas también me hacían salivar. Siempre he dicho que un libro que tenga un mapa en las primeras páginas ya tiene un trecho andado y muchas posibilidades de gustarme. En esta ocasión, no me he equivocado. Ahora bien, que nadie busque en esta historia alta literatura, singulares pasajes transcendentes o personajes novedosos. Y, sin embargo, dentro de esta sencillez y facilidad para su lectura, hay momentos de verdadera obra de arte. La prueba de que lo leí en un par de horas sin respirar apenas está en que no tengo ningún párrafo subrayado ni ninguna esquina doblada, lo cual es absolutamente excepcional en mis libros.
Igual a estas alturas te estás preguntando: pero… ¿de qué va? Odio esta frase, en serio. Cuando un libro sobresale entre la inmensa cantidad de publicaciones de hoy en día, no suele ser por la respuesta a esta pregunta. Pero bueno, ahí va: (leer con tono de profesor de historia con coderas) un pueblo llamado Perdido es arrasado después de la riada que provoca que las aguas negras del río inunden los edificios. En las labores de rescate encuentran a una mujer dentro de una habitación del hotel. La mujer es muy especial: atrae, provoca rechazo y da miedo por partes iguales. Las familias ricas que trabajan en el aserradero verán sus vidas alteradas por las consecuencias del agua y la aparición de este personaje. Matriarcado, disputas y alguna que otra muerte sospechosa.
Dicho así es que ni abro la primera página. Por eso, no puede reducirse a esto.
Para mí, el acierto de su autor, Michael McDowell es la construcción del guión. Que sea el coautor de Pesadilla antes de Navidad y autor de Beetlejuice no es casual. Un texto revolucionario publicado en 1983 del que seguro que se empapó -nunca mejor dicho- David Lynch para Twin Peaks. En la serie del genial cineasta también había un pueblo como personaje protagonista, un aserradero, enredos familiares, sucesos paranormales y, sobre todo, muchos secretos. “Los verdaderos negocios en Alabama no se cerraban en oficinas, ni en aserraderos, ni en el mostrador de una tienda. Se cerraban en porches y en columpios, a la luz de la luna” (p. 235, El dique).
En el club de lectura de la librería El asterisco del viernes 1 de marzo, comentamos La riada y algo del segundo libro. En esta saga, lo difícil es contenerse para no leer más. La estrategia comercial de Blackie Books, siguiendo las pautas del autor, es tan de libro y poco sorprendente como eficaz al máximo. La diferencia de la situación actual con los años ochenta es que ahora las comunicaciones son mucho más veloces. Una de las lectoras compartía ayer su experiencia en las redes sociales. Estaba viviendo su lectura como pertenencia a una comunidad y como “un libro fuera del libro”, según sus propias palabras.
Aunque este contexto es parte del proceso actual, el texto en realidad, no lo necesita, es decir, no es menos interesante y estimulante su lectura sin esa parte. La construcción de los personajes, la representación de las clases sociales, el racismo asociado y conviviente en el pueblo Perdido, el singular matriarcado entre juegos de poder o las escenas sobrenaturales enriquecen los libros de esta saga y hacen que disfrutemos la historia. Una narración que puede parecer sencilla por lo ágil de su lectura y la ausencia de grandes descripciones con muchos polisílabos, pero que pone de manifiesto el genio del escritor prolífico que hay detrás.
En las reseñas de los próximos libros habrá que profundizar en personajes tan solo presentados en estos comienzos. Mary Love, que ama sólo el capital; Sister, cuyo nombre propio no conocemos de momento; Elinor cuya moral sirve de bisagra entre ambos mundos, entre ambos géneros, entre ambas razas y que no sabes si temer o amar, como a una diosa; o James, un hermano aparentemente débil y secundario que poco a poco irá tomando protagonismo.