Lo bueno de tener amigas como Lourdes Cerezuela ES que te llaman y te dicen: “oye, tienes que venir a JaleA este año, que es en Madrid y puedes”. Y cuando compartes activismo desde hace 10 años, primero en El parto es nuestro y ahora en Uguburú, vas sin pensarlo. Pero es que además luego ves que está dirigido por Mar Benegas y su compañero del Sitio de las Palabras, Jesús Ge y dices, sí, voy. Voy, aunque sea muy difícil la logística, aunque me venga fatal con lo cotidiano, aunque tenga que estar estudiando francés, aunque no descanse para seguir en la rueda.
Y vuelves, vuelvo, cargada de sueños, con el corazón que no me cabe en el pecho, las pilas cargadas, recuperada la esperanza tras compartir palabras con la misma Mar Benegas, Itziar Pascual, Gael Zamora y Eskarnia, entre otras.
Porque ya no podemos seguir en el letargo. No podemos permitir que ocurran situaciones como las que nos contó Mar. Estaba impartiendo un taller de deseo y una niña le dijo: “yo quiero ser un móvil para que mi madre me mire”. Y otro niño le dijo: “yo quiero ser un meme para caer bien a la gente”. Me moriré sin saber cuál es el sentido de mi vida, pero no el horizonte al que quiero caminar. No tengo un papel revolucionario, ni lo pretendo. Pero no pienso quedarme ni un minuto más dormida, mirando sin ver, sin observar, sin contemplar. Y lo más trágico: sin actuar.
Las jornadas en Jaleo (10 años ya en Valencia) y ahora en JaleA (primera edición en Madrid) se abrieron el viernes 19 de enero de este 2024 con una ponencia de Elisa Martin Ortega sobre la belleza en la infancia, como reza el título del ensayo que ya he encargado a Un mundo feliz para leerme. De lo que más me gustó que trajera fue la crisis de la narración de Byun-Chul Han, que sigue la línea de Walter Benjamin y su crisis de la experiencia. Este autor también decía algo así como que “quien se aproxima al abismo, no debe sorprenderse de saber volar”. La tarde terminó con el concierto de Quesia cantando a Isabel Escudero. No pararon de brotarme lágrimas, de alegría por la belleza, de ternura, de ensimismamiento, de encanto (lo contrario de desencanto) y de pura pasión. La voz de Quesia es divina, en el sentido sagrado del término. Conecta con lo transcendente. Ha sido un estado místico que agradezco infinitamente tener la oportunidad de escuchar cantadas así las palabras antes leídas de la gran “Isabelita” como se refería la cantante.
El sábado fue la jornada fuerte con la ponencia de Itziar, Dramática de la Fantasía, juego excelente con nuestra “biblia” como decía Jesús Ge, obviamente la «Gramática de la Fantasía» de Rodari. De esta ponencia destaco todo. Pero una frase se ha quedado brillando en el cuaderno de notas: “La casualidad es una causalidad aún no articulada”. Esa y la necesidad de salir del modelo insular, que nos desgasta y expulsa de la creación, para formar archipiélagos. Alberto Conejero decía: “buscad cómplices entre los vivos y entre los muertos”. Debemos defender el derecho a habitar un pensamiento divergente. Y abandonar este modelo de escuela que disciplina y no permite que se amase la imaginación, que es masa madre, para que crezca en lo artístico, en lo poético, en la creación. Bueno, una frase más de esta genia: “La palabra es una fuerza indócil”. Ya, de verdad, la penúltima: “Es pertinente que la consecuencia del cambio no sea grata”. Porque la última es una que trajo de Luis Rosales: “No me he equivocado en anda sino en las cosas que yo más quería”.
Del atelier de Mar Benegas con la Baraja Poética solo decir que: “quiero un par”, para mí y para regalar. Editoriales atentas porque esto va a ser un bombazo y quien lo coja primero se lleva el premio. Como librera, estoy convencida del éxito de ventas de esta propuesta. Como agitadora cultural, lo veo en mil proyectos. Como madre, estoy desenado ponerlo en juego con mis criaturas.
Y del taller de rap con Eskarnia, ¿qué puedo decir? Es pura emoción. Tanto en el atelier como en el concierto que cerró las jornadas, esta rapera ilustre nos demostró que la verdadera fortaleza es mostrarse vulnerable. Ocupar este lugar en el mundo del rap en español, con tanta masculinidad hegemónica y violenta, se merece un aplauso y mi pleitesía. Y su trabajo con los versos de Gloria Fuertes es para inaugurar una nueva academia de las letras que ponga en su sitio a todas las que se lo merecen y a la lengua en un espacio digno y gozoso. Aquí lo dejo escrito: quiero un curso intensivo con Eskarnia, mínimo un fin de semana.
Y es que en el último taller o átelier (que me gusta en francés mucho esta palabra), que era el de Gael, “sembrar y regar”, una de las bibliotecarias, en la presentación, a modo de confesión, dijo: “Yo creo”. Se refería a que sí que hacía sus pinitos en la creación, que no sólo seguía instrucciones o recetas para hacer manualidades, sino que le ponía intención y deseo, originalidad y pasión. Fue un momento de iluminación, casi místico, porque me fue revelada la evidente verdad. Creer es crear y crear es creer y sin creación no hay esperanza.
Así que he vuelto de estas primeras jornadas de JaleA con la esperanza vibrante, verde y ardiente. Es hora de salir del estado de letargo y crear. Sin aspiraciones revolucionarias y con tiempo. Por el gusto de seguir escribiendo, pensando, componiendo, dibujando, bailando o produciendo eventos. Practicando el sosiego y el silencio requerido para la poesía, la acción poética y la creación. Frente al ruido, frente a la violencia, frente a la guerra, PAZ, CALMA y ARTE.