Reseña de «Agnes», de Javier Peña

Cuando conocí a Javier Peña en la Feria del Libro de Granada, en octubre de 2021 trabajando yo de librera para Blackie Books, no imaginaba la arquitectura narrativa que iba encontrar en Agnes. No había leído aún Infelices y de momento estaba fastidiada porque otro autor de mi quinta (1979) ya tenía dos libros de éxito, tanto literario como editorial.

Así que aproveché la primera oportunidad que tuve para arrancar con estas páginas de historias dentro de la historia. El disparador es un propósito: el de la periodista frustada Agnes por escribir la biografía del misterioso y repelente autor de reconocido prestigio Luis Foret, de quien nadie sabe nada más que su pseudónimo y que le gusta leer sus novelas. “A menudo lo que la vida tiene para ofrecernos se reduce a una colaboración en nuestra propia biografía” (p. 18).

Hora de Te y Libros_Agnes
Hora de Te y Libros, «Agnes», con su autor Javier Peña

La retranca gallega de los personajes, que bien podrían ser granaínos con malafollá, es directamente proporcional a la inclusión de grandes frases que señalan verdades indiscutibles de la humanidad: “Hay pocas cosas tan reales como la estupidez” (p. 63). De hecho, ya en algún pasaje de la Biblia se decía eso de que “el número de cretinos/cristianos es infinito”.

“Empezaré con una idea simple: la única cuestión filosófica que tiene importancia es el suicidio. El resto no son más que juegos de lógica” (p. 106).

Como todos los buenos libros, cada lectora destacará aquellos párrafos que le toquen en su momento existencial. Para algunas pueden ser las asimetrías en las relaciones sexo-afectivas, para otras lo desagradable del antihéroe Luis Foret y para otras lo autodestructivas que podemos llegar a ser cuando atravesamos estados precarios donde el sentido existencial brilla por su ausencia. Para algunas más, podría ser la belleza y peculiaridad de los escenarios elegidos por Javier Peña, pues leyendo a Agnes vas a recorrer el norte de Europa, Óbidos en Portugal, Santiago de Compostela, claro o Grecia.

Javier Peña desde Santiago de Compostela en la Hora de Té y Libros

Agradeceré eternamente a Javier Peña que me haya hecho reír, aunque no fuera su intención, con sus “bromas valientes” en tópicos que también atravesaba yo: la muerte cercana y una difícil relación con la madre, aunque por otros motivos diferentes a la condición de murciélaga (guiño para quienes lo hayan leído o para cuando lo leáis). En su faceta de profesor, he leído a Luis Foret (¿y a Javier Peña?) desde ese ejercicio de katarsis que puede ocurrir en el aula. Los docentes llevan sus conflictos internos al debate o investigación de la materia que se trate. “La pregunta más importante que os podéis hacer: ¿merece la pena seguir viviendo? (p.107).

Por otra parte, la cuestión de los nombre propios de los personajes siempre me resulta inquietante. La curiosidad por saber las razones que han llevado a quien escribe a elegir uno u otro en particular me quita el sueño. “La chica del tiempo” no tiene nombre propio y parece que todo es fruto del azar. Pero si el mundo solo lo rigiera la diosa Fortuna, el libro de Destino sería muy aburrido. Agnes Romaní, por ejemplo. ¿Por qué? Tuve la ocasión de preguntárselo a Javier Peña en directo cuando se conectó a la sesión híbrida de la Hora de Té&Libros, es decir, con parte de los asistentes en casa y parte en La Variable. Y esto fue lo que contestó: era importante que fuera una sola palabra, “una mujer que no llega a los treinta” (p.1), cuyo nombre estuviera inspirado en una mártir. Y hasta aquí puedo leer, pues decir más, sería traicionar el espíritu de puzzle de la novela.

Reflexionando sobre todas las pistas que nos iba dando Javier Peña

Agnes, quien en su diario dice de sí misma: “A veces pienso si no seré yo el pelo enquistado, el cuerpo extraño, el tejido sobrante” (p. 181). Un personaje que enternece, con sus defectos, como todas las personas, pero con la que a su vez nos ha costado empatizar. Esta sensación la compartimos las lectoras del club. La construcción del texto está tan minuciosamente estudiada y elaborada, que como si fuera un traje de Coco Chanel, te gusta, es bello, pero le ves las costuras. Y eso hace que no termine de cuajar la conexión con los personajes. Al menos esa es nuestra experiencia. También debemos confesar que llevamos años entrenando nuestro músculo lector y ya no es tan fácil “jugar” con nosotras. ¿Y tú, aceptas el desafío?

Solo me queda agradecer a Cille de La Variable, el mejor espacio de coworking de Granada, por estas fotos tan increíbles. Y a nuestra librera de referencia, Marian Recuerda, de Ubú Libros, por hacer de enlace y nutrirnos siempre tan bien de buenas letras. Un día sin leer, es un día perdido.

Lectoras que se hacen de querer y de querer!